ALIMENTACIÓN Y EL EVANGELIO
OSCAR MARTINEZ
OSCAR MARTINEZ
Los desórdenes alimenticios son un tema muy real que afecta a muchísimas personas, incluidos los adolescentes. Pero para quienes siguen a Cristo, este asunto va más allá de la comida o de cómo nos vemos frente al espejo. Está profundamente ligado a nuestra fe y a la manera en que entendemos nuestra relación con Dios. En este artículo, exploraremos lo que la Biblia dice sobre la comida, el cuerpo y cómo el Evangelio puede guiarnos en la lucha contra los desórdenes alimenticios desde una perspectiva espiritual.
Los desórdenes alimenticios son problemas serios que afectan a muchos adolescentes y jóvenes; entre los más comunes se encuentran:
1. Anorexia nerviosa: Las personas con anorexia tienen un miedo intenso a ganar peso, limitan de manera extrema la ingesta de alimentos y, a menudo, se ven a sí mismas con sobrepeso, incluso cuando están muy delgadas. Las consecuencias incluyen desnutrición severa, problemas cardíacos y, en casos extremos, la muerte.
2. Bulimia nerviosa: Implica episodios de atracones seguidos de conductas como vomitar o usar laxantes para evitar subir de peso. Esto puede dañar el sistema digestivo, los dientes y provocar desequilibrios electrolíticos peligrosos.
3. Trastorno por atracón: Las personas comen grandes cantidades de comida sin control, sintiendo luego culpa, pero sin vomitar ni usar laxantes. A menudo, lleva a la obesidad y problemas de salud como la diabetes tipo 2.
4. Ortorexia: Es la obsesión con comer solo alimentos "saludables", lo que puede provocar deficiencias nutricionales y estrés emocional.
Estos trastornos son influenciados por factores como la presión social, los ideales de belleza, el estrés y la baja autoestima.
Lo primero que necesitamos tener claro es que la comida es un regalo de Dios. Desde el principio, Él nos ha provisto de todo lo necesario para vivir. En Génesis 1:29, leemos: "He aquí, yo os e dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento." Esto nos muestra que Dios creó la comida para nuestro bienestar y disfrute, no es algo malo ni algo que debamos temer.
Además, el Salmo 104:14-15 nos recuerda que Dios "hace crecer hierba para el ganado, y plantas para que el hombre saque alimento de la tierra..." Esto nos enseña que Él nos da la comida no solo para que sobrevivamos, sino para que disfrutemos y fortalezcamos nuestro cuerpo.
A veces, podemos sentir culpa o miedo al comer ciertos alimentos. Pero Jesús fue claro al decir que no hay comida impura. En Marcos 7:18-19, Jesús explica que lo que comemos no puede contaminarnos espiritualmente, porque lo que entra al cuerpo "no entra en el corazón, sino en el estómago". Con esto, Jesús nos libera de la idea de que ciertos alimentos son malos. Toda comida es buena si la recibimos con gratitud.
Nuestra relación con Dios no tiene que ver con qué comemos o dejamos de comer. En Romanos 14:17, la Biblia nos dice: "Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo." Esto significa que nuestra fe no se mide por lo que hay en nuestro plato, sino por cómo vivimos conforme a la justicia y paz que Dios nos da. En Colosenses 2:16, también se nos advierte que no debemos juzgar ni ser juzgados por lo que comemos: "Que nadie os juzgue por lo que coméis o bebéis...". Dios nos llama a vivir en libertad, enfocados en lo que verdaderamente importa: la justicia, la paz y la alegría en su presencia.
La Biblia también nos enseña a comer con un corazón agradecido. En 1 Timoteo 4:4-5, Pablo nos dice: "Porque todo lo creado por Dios es bueno, y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias." Cada comida es una oportunidad para dar gracias a Dios por su provisión. Y lo más importante: 1 Corintios 10:31 nos recuerda que "sea que comáis o bebáis, o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." Incluso nuestros hábitos alimenticios deben reflejar que vivimos para agradar a Dios, no para buscar la aprobación de otros o satisfacer estándares irreales.
Los desórdenes alimenticios no son solo un problema físico, sino que también revelan lo que está pasando en nuestro corazón. A menudo, están relacionados con deseos desordenados o ídolos que hemos puesto en nuestra vida. La idolatría del corazón puede manifestarse cuando ponemos el control o la apariencia física por encima de Dios. Ezequiel 14:3 nos advierte que los ídolos no siempre son objetos físicos; pueden ser cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios en nuestra vida, como la obsesión por un cuerpo "perfecto." En Mateo 6:24, Jesús también nos advierte que no podemos servir a dos señores. Aunque se refiere a las riquezas, el mismo principio se aplica cuando intentamos servir a Dios y a los estándares que el mundo nos impone.
La insatisfacción con nuestro cuerpo o nuestra comida puede ser una señal de que no estamos confiando en la provisión de Dios. En Filipenses 4:11-12, Pablo nos enseña a estar contentos en toda situación. Aprender a estar satisfechos con lo que Dios nos da, incluyendo nuestro cuerpo, es clave para encontrar paz.
Es común sentir ansiedad por la comida o por cómo nos vemos, pero Jesús nos llama a confiar en Dios para todas nuestras necesidades. En Mateo 6:25, nos dice: "No se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán... ¿No es la vida más que el alimento?" Él nos recuerda que nuestras preocupaciones no deben girar en torno a lo que comemos, sino en confiar en Dios.
El dominio propio es otro aspecto importante en nuestra relación con la comida. Gálatas 5:22-23 menciona que el dominio propio es fruto del Espíritu. Si batallas con la falta de control sobre la comida, ya sea por comer en exceso o privarte, es esencial pedirle a Dios que te ayude a desarrollar dominio propio.
Muchos desórdenes alimenticios están impulsados por el deseo de agradar a los demás, pero Gálatas 1:10 nos hace una pregunta clave: "¿Acaso busco ahora el favor de los hombres o el de Dios?" Es fácil quedar atrapados en la presión de la aprobación externa, pero debemos recordar que nuestra vida está dedicada a Dios, no a impresionar a los demás.
La Biblia ofrece soluciones profundas para enfrentar los desórdenes alimenticios, tanto para el cuerpo como para el alma. Aquí te dejo algunas claves bíblicas:
1. Arrepentimiento y renovación de la mente: En Romanos 12:2, se nos llama a transformar nuestra manera de pensar y alinear nuestros pensamientos con la verdad de Dios.
2. Identidad en Cristo: Gálatas 2:20 nos recuerda que nuestra identidad está en Cristo, no en cómo nos vemos o lo que comemos.
3. Contentamiento y gratitud: En 1 Timoteo 6:6, aprendemos que debemos estar contentos con lo que Dios nos ha dado, incluyendo nuestro cuerpo.
4. Ejercer dominio propio: Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a desarrollar autocontrol, como se menciona en Gálatas 5:22-23.
5. Hacer todo para la gloria de Dios: 1 Corintios 10:31 nos recuerda que incluso nuestros hábitos alimenticios deben ser una forma de glorificar a Dios.
Los desórdenes alimenticios son un desafío complejo, pero la Biblia nos ofrece respuestas poderosas. Dios nos llama a confiar en Él, a ser agradecidos y a vivir para Su gloria, incluso en la forma en que nos relacionamos con la comida. Aplicando el Evangelio en esta área de nuestra vida, podemos encontrar libertad y sanidad tanto para nuestro cuerpo como para nuestro corazón. Advertencia y consejo: Si estás enfrentando un desorden alimenticio, es esencial que busques ayuda médica. Estos problemas pueden causar daños serios y permanentes en tu salud, afectando órganos vitales como el corazón o los huesos. Un médico puede evaluarte y ayudarte a recuperar tu bienestar físico de manera integral. Cuidar de tu cuerpo no es solo un acto de amor propio, también es una manera de honrar a Dios.
Pastor Oscar Martínez está casado con Wendy, juntos tienen tres hijos: Mateo, Abigail y Elisabet. En el 2017 inició la plantación de la Iglesia Bíblica Casa de Dios (El Fuerte), donde actualmente sirve llevando la visión estratégica y el ministerio de predicación. El pastor Oscar Martínez está comprometido con la re-plantación y plantación de más iglesias. Es director del ministerio juvenil Nexgen