IRA Y EL EVANGELIO
UNA BREVE MIRADA A LA IRA A TRAVÉS DEL EVANGELIO
OSCAR MARTINEZ
UNA BREVE MIRADA A LA IRA A TRAVÉS DEL EVANGELIO
OSCAR MARTINEZ
La ira es una emoción potente que todos hemos sentido. En especial, cuando eres joven, a veces parece que la ira aparece en cualquier momento. Con todas las presiones, las injusticias y las decepciones que te rodean, es normal sentir esa sensación de enojo o frustración. Pero también es fácil que este sentimiento se vuelva algo destructivo y potencialmente pecaminoso, algo que nos lleve por caminos que, en el fondo, no queremos seguir. Aquí vamos a dar una vuelta por el tema de la ira, mirándola desde la perspectiva del evangelio. Vamos a ver sus causas, sus consecuencias y cómo encontrar un verdadero alivio en Jesús.
La Biblia tiene mucho que decir sobre la ira y cómo manejarla con sabiduría. En Proverbios 14:29, leemos: “El que es lento para la ira tiene gran prudencia, pero el que es irascible ensalza la necedad.” Este verso nos habla del valor de tener paciencia y autocontrol (dominio propio). Es como decirte: ¡calma! Porque dejar que la ira tome el control no nos lleva a ningún lado bueno. Al contrario, si actuamos con calma, es más probable que tomemos decisiones sabias y evitemos hacer o decir cosas de las que luego nos arrepintamos.
Ahora, ojo: la Biblia no dice que la ira sea mala en sí misma. Hay momentos en los que la ira puede ser una reacción válida, como cuando vemos algo injusto. Pero, si no tenemos cuidado, la ira puede separarnos de Dios y arruinar nuestras relaciones. Como decía el teólogo Jonathan Edwards: "La ira es un veneno del alma, un fuego que consume." Si dejamos que ese fuego siga ardiendo sin control, puede terminar lastimándonos a nosotros mismos y a quienes nos rodean.
Entonces, ¿de dónde viene toda esta ira? Para muchos jóvenes, la ira no es algo que simplemente aparece de la nada. Tiene sus raíces, y a veces son profundas. Vivir en un ambiente donde hay violencia, o donde no hay oportunidades, puede hacer que sintamos una frustración y desesperanza constante. Las redes sociales tampoco ayudan mucho cuando parecen recordarnos lo que "nos falta" o lo que "deberíamos tener." Todo esto puede hacer que te sientas atrapado, como si estuvieras en una olla de presión.
Cuando no tenemos las herramientas o el apoyo espiritual necesario para manejar estas cosas, la ira se convierte en una respuesta común. Pero cuidado: esa ira sin resolver puede tener consecuencias. No solo afecta nuestras relaciones, sino que puede hacernos perder oportunidades importantes, afectar nuestras amistades e incluso llevarnos a tomar decisiones destructivas. Aquí es donde entra en juego la perspectiva de Jesús, quien nos ofrece una manera diferente de ver la ira.
En el Sermón del Monte, Jesús aborda el tema de la ira de una forma que cambia las reglas del juego. En Mateo 5:21-22, Él nos dice: “Han oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás’; y cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte. Pero Yo les digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte…”
Con estas palabras, Jesús va más allá de simplemente evitar actos violentos. Nos está diciendo que el problema de la ira empieza en el corazón. Si dejamos que el enojo se convierta en resentimiento, estamos haciéndonos daño a nosotros mismos. Jesús nos invita a la reconciliación y al amor, y nos da el ejemplo de lo que significa tener un corazón libre de rencor. En lugar de aferrarnos al enojo, Jesús nos invita a buscar la paz y la sanidad.
El evangelio nos muestra que, aunque la ira es una emoción humana, Dios quiere que aprendamos a manejarla. En Santiago 1:19-20 leemos: “Cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Dios nos recuerda aquí que la paciencia y la reflexión son claves para no pecar en nuestra ira. John Stott, un conocido teólogo, dice: “La ira piadosa se enfoca en la injusticia contra Dios y Su creación. La ira egoísta, en cambio, es una distorsión del amor propio.” Este enfoque nos lleva a preguntarnos: ¿estoy enojado por algo justo o simplemente porque me hirieron el ego?
Déjame contarte la historia de Carlos. Carlos, un chico de 16 años que vive en un barrio complicado, soñaba con ser futbolista profesional. Pero tenía un problema: su carácter explosivo. En un partido importante, un jugador del otro equipo le hizo una falta. En lugar de mantenerse calmado, Carlos reaccionó con enojo y empujó al rival, lo que le costó una expulsión. Ese día, unos cazatalentos estaban viendo el partido, y su reacción le costó una gran oportunidad.
Desde ese momento, Carlos decidió que debía cambiar. Empezó a ir a la iglesia y a pedir ayuda para aprender a controlar su carácter. Aunque no pudo regresar al partido, su vida cambió. Comenzó a ayudar a otros chicos a manejar su enojo y a encontrar esperanza en Dios.
Aquí tienes cinco principios para vencer la ira:
Recuerda que sí puedes controlarte con la ayuda de Dios: Aunque la ira puede sentirse como un volcán a punto de explotar, con Dios, sí puedes tener autocontrol (dominio propio). La Biblia dice que la persona sabia sabe calmarse (Proverbios 29:11). Así que, en vez de dejar que el enojo te controle, pide ayuda a Dios para calmarte en esos momentos intensos.
Fíjate en lo que te hace enojar: ¿Te has dado cuenta de que con algunas personas o en ciertas situaciones explotas más fácil? Eso significa que ya tienes una idea de lo que te “detona.” Al identificar esas situaciones, puedes estar listo para responder con calma y pedirle a Dios que te dé paciencia justo en esos momentos.
Expresa tu enojo de forma positiva y calmada: La Biblia nos dice que enojarse no es malo, pero sí lo es hacer cosas feas cuando estamos enojados (Efesios 4:26). En lugar de gritar o guardarte todo, busca formas de decir lo que sientes sin lastimar a otros. Deja que Dios te ayude a enfocar ese enojo en resolver el problema, no en lastimar a alguien.
Recuerda que tu familia y amigos son lo más importante: La gente que amas debería ser tu prioridad, no alguien a quien le descargas tu enojo. A veces, es más fácil controlar nuestro carácter en la escuela o con desconocidos, pero Dios quiere que seamos pacientes y amables en casa también (Colosenses 3:19). Tu relación con ellos es súper importante.
Deja que el Espíritu Santo transforme tu forma de reaccionar: El cambio real viene cuando dejas que Dios trabaje en tu vida. Cuando sientas que el enojo crece, ora y pide que el Espíritu Santo te dé paz y dominio propio. Poco a poco, aprenderás a ver el enojo como una oportunidad para ser más fuerte y más parecido a Cristo.
La ira, si no se controla, puede tener consecuencias graves. Pero el evangelio nos recuerda que, en Jesús, podemos encontrar paz y aprender a manejar nuestras emociones. Efesios 4:26-27 dice: “Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo, ni den lugar al diablo.” Este es el desafío: reconocer nuestra ira y llevarla a Dios, dejando que Él nos ayude a transformarla en algo positivo.
Estas llamado a ser luz en medio de la oscuridad. No dejen que la ira te consuma; en cambio, busca la paz que solo se encuentra en Cristo. Al hacerlo, no solo transformarán sus propias vidas, sino también las de aquellos que los rodean.
Pastor Oscar Martínez está casado con Wendy, juntos tienen tres hijos: Mateo, Abigail y Elisabet. En el 2017 inició la plantación de la Iglesia Bíblica Casa de Dios (El Fuerte), donde actualmente sirve llevando la visión estratégica y el ministerio de predicación. El pastor Oscar Martínez está comprometido con la re-plantación y plantación de más iglesias. Es director del ministerio juvenil Nexgen